LA RABIA
Me vuelve la letra de una horrible canción de Silvio Rodríguez, que los jóvenes que recien estrenabamos la postmodernidad en Santo Domingo, en ese pequeño mundo, cajita de cartón, en el que se respiraba el hedor de una izquierda malograda, escuchabamos con un fervor inexplicable y ajeno. Me vuelve cuando leo, aqui en España, en esta otra orilla que deja al descubierto las dos mitades irreconciliables de mi corazón, titulares tales como que seiscientas mil padres han denunciado a sus hijos, menores de edad en la mayoría de los casos, por agresiones físicas y maltrato. La proliferación de las bandas estudiantiles, latinas, neonazis y de otros tipos, con un eco mediático que lo hace aún más visible y quizás más perceptualmente exagerado. Me viene a la mente la realidad pavorosa de niños quemados con cigarrillos por compañeros de clase, traumatizados de por vida, las imagenes de mendigos y drogodependientes prestandose a todo tipo de vejaciones, por dinero. Imagenes que luego se difunden por internet y son la novedad de los barrios "bien" y de los marginados, de la clase media y de todas partes. No se trata, entonces, como cuando cantaba Silvio atenazando las cuerdas de su gitarra en unos acordes irregulares y novotrovistas, de la rabia. Porque como en la canción, hay días que se vuelve cansado, sucio de tiempo, asqueado, agrego yo, del puro runrún del existir. Pero de lo que hablamos es de violencia, es decir de la necesidad irrefrenable, al parecer, de dañar al otro. Un macabro festín sádico que pone los pelos de punta.
¿De dónde podría salir esa rabia? ¿hablamos de una patología de masas? Debo de reconocer que, a pesar de mi gran interés por la psicología humana, no logro encontrar una explicación a este fenómeno que no sólo se da en los jóvenes. Las llamadas, por mucho tiempo y todavía por aquellos que quieren tapar la realidad con eufemismos, "muertes pasionales" inhundalos titulares de todas partes. No me vale el argumento de quienes dicen que ahora se denuncia más y de ahí el aumento de los casos.
Solo se me ocurre recordar aquella célebre frases que todos atribuyen a Goya "el genio de la razón engendra monstruos".
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arantzazu -